Ficciones
LA_COMPAÑÍA EXLÍMITE
Autor y director: Juan Ceacero, sobre una idea original del mismo y Fernando Delgado – Hierro
Con: Javier Ballesteros, Ángela Boix, Leticia Etala, Beatriz Jaén, Macarena Sanz / Belén de Santiago
¿DE DÓNDE NACE ESTA NECESIDAD DE RELATO? ESTE CONTARNOS INFINITAMENTE A NOSOTROS MISMOS CAMBIÁNDONOS LAS CARAS, LOS NOMBRES, LAS CIRCUNSTANCIAS. UN DESEO DE MULTITUDES LATE EN NUESTRO INTERIOR, Y HASTA EN LOS TIEMPOS DE LA HIPERREALIDAD QUE NOS RODEA Y NOS DEFINE, NECESITAMOS ESCAPARNOS POR UN TIEMPO DE NUESTRO PERFIL PUBLICADO.
A LA_COMPAÑÍA EXLÍMITE QUE YA NOS DEJÓ PEGADOS AL ASIENTO EN SU ANTERIOR VISITA AL ALHAMBRA CON “LOS REMEDIOS”, TOCA AHORA DAR RESPUESTA A ESE INTERROGANTE DEL QUE SURGE ESTE ARTEFACTO LÚDICO TITULADO FICCIONES
Ficciones parte de la máscara para tratar de revelar lo que hay tras los discursos que consumimos, los personajes que representamos y aquello en lo que decidimos creer. Es una reflexión sobre la naturaleza de la ficción, su dimensión existencial, y sobre cómo esto incide en la construcción de quienes somos y de aquello en lo que creemos, en un mundo donde las fronteras entre realidad, ficción, verdad y mentira se han diluido.
La cuarta obra de La_Compañía Exlímite, se sitúa en esa encrucijada difusa que atraviesa los relatos contemporáneos.
Vivimos envueltos en relatos, medias verdades, versiones tergiversadas de la realidad, de ahí la dificultad para desentrañar la verdad de la ficción y la tendencia a construir nuestras propias ficciones. El teatro es una de ellas.
El escenario es como un acelerador de partículas. Es el espacio donde emerge, la ficción, pero al mismo tiempo siempre es una nueva oportunidad para preguntarse de qué está hecha, cuál es su sentido y naturaleza y, en última instancia, para qué la necesitamos. Crear una obra es volver a hacerse la pregunta acerca de por qué contamos historias mientras construimos una.
La obra: una compañía inmersa en el proceso de creación de una obra imposible; un espacio donde desfilan personajes e historias alucinadas, surreales, imposibles; un laberinto de dimensiones superpuestas, donde el espectáculo funciona como un dispositivo que atenta contra sí mismo y contra los propios intérpretes, sacándolos de quicio, forzando los códigos estilísticos y expresivos, en busca de una ruptura, jugando con los límites, los de la representación, los de la identidad, los del cuerpo del propio actor.